
Anoche tuve un sueño… y te soñé a ti. Estabas a mi lado mirando el cielo, contando las nubes y sintiendo el viento. No habían obstáculos, no habían edificios; solo un gran lago turquesa que reflejaba el brillo rojizo del sol al atardecer.
Sentados allí, después apareció la luna, seguida por su sequito de estrellas y de los tenues sonidos nocturnos naturales del invierno.
No necesitábamos nada, nada más que nuestros cuerpos para protegernos de la poca niebla aparecida, de nuestros besos para alimentar la calidez de nuestros abrazos, de nuestros ojos para acariciarnos el alma.
Anoche tuve un sueño… soñé que caminaba por el mundo tomada de tu mano, que veíamos amaneceres en las montañas, en los ríos, en las cascadas, en el desierto, en la nieve; soñé que íbamos a donde queríamos y conquistábamos todo lo que pisábamos, que nos convertíamos en los dueños de los bosques y los mares.
Y las aguas nos obedecían, y los árboles nos cobijaban; mientras las luciérnagas alumbraban nuestro sendero al caer el sol, y las arenas de las playas nos miraban hacer el amor entre las olas.
Podría dormir, y podría soñar con esto toda una vida; pero prefiero tocar las ilusiones contempladas, quiero ver cada parte del mundo, vivir cada instante del tiempo, estando a tu lado; quiero ser quien te llene de orgullo y fuerza para apropiarte del universo, quien a tu lado domine el infinito
Anoche tuve un sueño… soñé que dormías en mi regazo, soñando lo mismo que yo soñaba.